Noah Lyles, el 'showman' del atletismo que superó una depresión
En 2020 hizo público que tomaba antidepresivos y que estaba en terapia, lo que le convirtió también de manera indirecta en un activista en favor de la salud mental, en un momento en el que la cuestión ganaba protagonismo en los medios con casos como los de la tenista Naomi Osaka o la gimnasta Simone Biles.
"He demostrado que puedo sumergirme en una tormenta de pensamientos oscuros y salir de ella", llegó a decir.
Esa imagen seria contrastaba con la que había venido mostrando habitualmente en la pista o con la que muestra frecuentemente ahora, donde parece haber recuperado sus dotes para captar la atención de fotógrafos y camarógrafos.
En sus inicios lo hacía ya con constantes cambios de 'look', varios de ellos en homenaje o inspirados en los mangas que le apasionan.
Fue así como decidió que quería tener ultrainstinto. O al menos con esa misión se tiñó en 2019 el pelo de color plateado, en recuerdo al protagonista del manga "Dragon Ball" de Akira Toriyama, que adquiere ese aspecto cuando pasa a su estado de 'super potencia'.
"Soy un gran fan de Dragon Ball Z y para ganar hace falta ese ultrainstinto. Goku logra ese ultrainstinto en su forma final", había contado en las selecciones estadounidenses de 2019 en Des Moines (Iowa), donde logró su billete para el Mundial.
En Bruselas se le vio semanas después correr también con unos calcetines de otro manga, "Buku No Hero Academia" de Hirofumi Neda, en el que un 80% de la población ha adquirido "dones", mientras el 20% restante tiene que vivir como puede en ese mundo de superhéroes y villanos.
Este año, en la reunión de Londres, fue fotografiado igualmente haciendo gestos de héroes de su anime de referencia después de su victoria en una cita de la Liga de Diamante, donde lanzó un mensaje a sus rivales.
"¡Y esto es tan solo un aviso!", lanzó a modo de reto.
Después de ganar el oro mundial en Budapest de nuevo hizo unos gestos que se han convertido casi en una imagen de marca.
Siempre que le comparan con Bolt por sus cualidades en los 200 metros y su plus mediático, pero él ha sentenciado con contundencia: "No soy el nuevo Bolt".
"Evidentemente, respeto mucho a Bolt por lo que ha conseguido, pero quiero hacerme mi propio nombre, dejar en la pista mis propias huellas. No me voy a comparar a él en lo que se refiere a bailar y cantar, por mucho que yo pueda rapear", llegó a decir.
Porque no sólo sus referentes de la cultura pop vienen de Japón.
Inicios en la gimnasia
Nació hace 26 años en Gainesville, Florida, con unos padres, Keisha y Kevin, que ya hacían atletismo.
Empezó como gimnasta, pero pronto le recondujeron al atletismo, donde fue convirtiéndose en la estrella que hoy es. Para ello tuvo que superar de niño problemas de asma.
Su primera gran cita internacional la vivió en China en los Juegos Olímpicos de la Juventud de 2014, donde corrió los 200 metros. Y los ganó.
Un año más tarde llegó a superar el 2,03 metros en el salto de altura y le nombraron 'atleta del año del high school'. Un detalle que hace sonreír al que ahora es considerado uno de los mejores atletas del mundo.
En los Juegos Olímpicos de Rio-2016 se quedó en puertas de la final en los 200 metros. Un año más tarde se lesionó antes del Mundial de Londres-2017, el de la despedida de Bolt, donde no pudo estar.
El Mundial de Doha supuso un antes y un después para él, con el título en los 200 metros, que revalidó luego en Eugene en 2022.
Entre medias participó en 2021 en los Juegos de Tokio, pero allí tuvo que conformarse con un bronce.
El éxito de este domingo en los 100 metros supone un paso más allá para él, al triunfar también la línea recta, más allá de la media vuelta de pista.
El desafío ahora es aspirar al doblete 100-200 metros, como hacía en tiempos casi como una rutina un tal Usain Bolt. De nuevo, sus caminos se cruzan.