11.000 personas disfrutaron en Turín del triunfo de Djokovic ante un Tsitsipas al que le tiene tomada la medida. Y eso que el heleno lo intentó de todas las maneras posibles, pero el serbio estuvo indomable.
Especialmente en el primer set, donde sólo le hizo falta romper el servicio de su rival en el primer juego para llevárselo. Ese error de Tsitsipas con su saque nada más comenzar el encuentro fue una rémora insuperable. Le dio una enorme confianza a un Nole que, además, estuvo muy fino, jugando con pelotas anguladas y restando de manera muy efectiva.
No tuvo mucha más historia ese primer set que finalizó con 6-4. En el segundo, el griego opuso más resistencia. No quería ni podía permitirse el lujo de perder si quería finalizar el año como número uno del mundo. Para eso necesitaba ganar el torneo sin ceder un partido.
A Djokovic eso le daba igual y no le concedió casi ninguna una oportunidad, apenas un par de bolas de break que hubieran supuesto un punto de inflexión con un 1-3 y, posiblemente, la llegada de un tercer set.
Ninguno de los dos quiso ceder terreno y se llegó a la suerte del tie break. Y ahí estuvo más sólido, más preciso, el balcánico. Le rompió el servicio hasta tres veces en el desempate para asegurar el triunfo y soñar con su sexto entorchado.
Ahora Djokovic es primero del grupo Rojo por delante de Andrey Rublev, que ganó a Medvedev con anterioridad por 6-7, 6-3 y 7-6.
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