Que no iba a ser un paseo Novak Djokovic (35) era de esperar porque ganar el Open de Australia nunca puede convertirse en una tarea sencilla, pero la realidad es que partía como claro favorito para la final, no solo por su aplastante superioridad durante los partidos anteriores -tan solo perdió un set-, sino por ser mejor y tener mucha más experiencia en contextos similares que Stefanos Tsitispas (24), en busca de su primer Grand Slam y, en este caso como su rival, también el número uno del ranking ATP.
Certero en el alambre
Las opciones del griego se disiparon más en el segundo set que en el primero o en el tercero, principalmente por la trascendencia que tenía ese tie break y lo ocurrido poco antes. Tenía la oportunidad de empatar y provocar ciertas dudas en el balcánico, pero el triste desenlace no hizo más que reforzar la posición de Nole y empezar a derrumbar sus posibilidades. Y no fue por falta de calidad y ni mucho menos de actitud (pasó de 1-4 en contra a 4-4), algo impensable para alguien que estuvo "a un suspiro de morir".
Djokovic estuvo más tenso de lo normal en el desempate, pero no desperdició la primera bola que se le presentó para establecer el 0-2. Minutos antes evitó que Tsitsipas le rompiera el servicio y firmara el 6-4, algo que podría haber cambiado el rumbo del choque y que, sin duda, hubiese provocado que durara más. Fue un momento clave, un golpe vencedor que marcó la diferencia entre la gloria y el infierno, entre el vencedor y el perdedor y, en definitiva, entre el nuevo rey del tenis mundial y el resto de humanos.
La venganza de Novak
Antes, en la manga inaugural, el hasta entonces ganador de 21 Grand Slams logró establecer el 0-1 sin apenas ofrecer concesiones y después de amagar hasta dos veces con romperle el saque a su oponente en el segundo juego y lograrlo en el cuarto a la tercera ocasión. Sin apenas sufrir y en menos de 40 minutos (38'), empezó a trazar el camino hacia el ansiado título, el décimo en Australia, donde se quedó sin competir un año atrás después de que las autoridades lo deportaran por no estar vacunado.
Con un guerrero de Esparta al otro lado de la red, el 0-3 no iba a llegar sin que cayeran las pertinentes lágrimas de sudor. Por primera vez (tie break aparte), el serbio perdió el servicio, situación que solventó de inmediato porque le devolvió la jugada a su oponente para empatar (1-1). Tras un igualado intercambio de golpes, se repitió de nuevo el 6-6 y hubo que resolverlo todo en el intenso tramo que tanto disfrutan los aficionados. Y con más tensión de lo esperado (por 5-7 tras disfrutar de un 0-5), volvió a coronarse campeón.
Puedes consultar cómo transcurrió la final, como siempre, en Flashscore.