"El Puy de Dome es de los símbolos más fuertes de la leyenda del Tour", afirma Prudhomme a la AFP
"Para mí es de los símbolos más fuertes de la leyenda del Tour de Francia", afirma.
P: ¿Soñaba con este regreso al Puy de Dôme?
R: "Al llegar a ASO en enero de 2004, lo primero que escribí sobre mi ordenador fue: objetivo Puy de Dôme. Para mí es de los símbolos más fuertes de la leyenda del Tour de Francia. Es el duelo mítico Anquetil-Poulidor de los años 60, es una cima emblemática, evidente, única, que domina. Estás en las alturas de Clermont-Ferrand, está esa montaña y no ves nada más. Y por todos los sitios la ruta tuerce a derecha sin parar. Un caracol con casi un 12% constante de pendiente. Eso no existe en ningún otro sitio".
P: ¿Por qué el Tour dejó pasar tanto tiempo sin volver?
R: "En el primer esbozo del Tour 2012, escribí Puy-de-Dôme. Pero no habíamos tenido la autorización. El Tour se alimenta de bellezas de Francia. No tenemos ninguna gana de estropear la cadena del Puy, patrimonio mundial de la Unesco. Pero ha habido un cambio de paradigma hace una docena de años. Antes, para ir a algún sitio, hacía falta de que todo el Tour pudiera pasar, incluida la caravana. Después era: 'demos montaña a los campeones'. Pero la condición 'sine qua non' es que, en los últimos kilómetros, los cuatro últimos del Puy de Dôme, no haya nadie además de los corredores, la organización y una retransmisión de televisión".
P: El Tour va a atravesar los cinco macizos montañosos de Francia...
R: "Es rarísimo, pero no es inédito, ya que lo hicimos en 2020. Se trata de mostrar que, incluso si Alpes y Pirineos siempre deben estar, tienes otros terrenos de expresión formidables. La diferencia se hace sobre pendientes difíciles. Y las pendientes difíciles, las puedes encontrar casi en todos sitios".
P: Una sola contrarreloj, de 22 km, es muy poco...
R: "Ya hemos conocido menos, 13,8 km en 2015. Pero sí, es muy poco. Y además es un hueso".
P: ¿Es un Tour para escaladores?
R: "Sí, pero es siempre un Tour para escaladores. Ya no existe más esa dicotomía entre el rodador tipo que va a intentar limitar los daños en montaña y el escalador tipo que es nulo en contrarreloj. Estamos de nuevo en un ciclismo de ataque, con ciclistas capaces de ganar un poco en cualquier terreno".
P: Eso no impide que una treintena de puertos en el programa sea mucho...
R: "Es un récord. Pero es también por el hecho de que salimos del País Vasco, muy cerca de las montañas. Somos pragmáticos, nos adaptamos al terreno. Y tiene 3.300 metros de desnivel el primer día. Hace al menos 50 años que no teníamos algo así".
P: ¿De dónde viene esta voluntad de entrar rápidamente en harina, en montaña?
R: "Durante cuarenta años, de 1967 a 2007, hicimos una contrarreloj para comenzar. Y después hicimos lo posible para que los campeones estén codo con codo desde el primer fin de semana. Porque se trata de lo imaginario. Es: ¿has visto, no ha respondido al ataque? ¿Has visto al otro, estaba todo rojo? ¿Te parecía que iba bien? Todos se trata de alimentar lo imaginario".
P: El trazado deja muchos lugares ligados al ciclismo de lado. ¿Habrá descontentos?
R: "Si superponemos los mapas, nos damos cuenta que en cinco o seis años, vamos un poco a todos los sitios. Salimos en 2020 de Niza, en el sudeste. En 2021 de Brest, al oeste. En 2022 muy al norte, desde Copenhague, descendiendo por Dunkerque y Lille. Y ahora vamos a a partir de Bilbao, al suroeste. No hay que olvidar tampoco que hoy el Tour hace alrededor de 3.500 km. Estamos lejos de los 4.500 de mi infancia o de los 5.700 de los años 1920. Por tanto, no puedes ir a todos los sitios".
P: Este año no hay grandes enlaces, ¿es una manera de responder a un imperativo ecológico?
R: "El recorrido del Tour 2023 está todo juntado. Eso quiere decir menos desplazamientos. Pero quiero destacarlo. ¿Por qué? Porque aquí es posible. Al oeste de esta línea que va del País Vasco a Alsacia, no hay montaña pero hay fervor, una pasión por la bicicleta. Y seguro que vamos a regresar. Pero cuando este sea el caso, habrá distancias. Naturalmente que pensamos en la ecología. Desde el momento que nos podemos mover menos, lo aplicamos. Pero no es posible siempre".
P: Será la salida del extranjero número 25, una idea que usted sigue defendiendo.
R: "No solo la defiendo sino que la reivindico. Cuando salimos al extranjero, transmitimos la pasión. Lo vimos de manera increíble con los daneses. Era loco, era bello. Si hacemos que en el extranjero se interesen por nuestro país a través del Tour, no está mal. Pero eso va con Moirans-en-Montagne, con Poligny, con Saint-Léonard-de-Noblat. El Tour de Francia es grandes ciudades francesas y extranjeras, ciudades medianas y pequeños pueblos. Una cosa no va sin la otra".