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Opinión | México, la falacia de ser llamado ‘Gigante de la Concacaf’

Francisco Espinosa García
Los jugadores de México, cariacontecidos.
Los jugadores de México, cariacontecidos.ČTK / imago sportfotodienst / Adrián Macías
Hubo un tiempo en el que recibir a México en Centroamérica era sinónimo de humillación. Ante la inminente visita, la gente de El Salvador, Honduras o Costa Rica intentaban imponer desde la grada la presión que los mexicanos no encontraban en la cancha. Una época que se quedó hace mucho tiempo atrás, como lo demostró con pundonor el pasado viernes Honduras, mientras el Tri deambula en una crisis existencial.

México no es una potencia en fútbol y nunca ha estado ni cerca de serlo. Sin embargo, debido a la fragilidad histórica de la zona en la que compite internacionalmente, la selección azteca se consolidó desde hace mucho tiempo como un constante participante –en sentido literal de la palabra– de las Copas del Mundo. 

Competir en la Concacaf, confederación conformada en su gran mayoría por pequeñas naciones con graves problemas socioeconómicos donde el desarrollo del fútbol profesional no es una prioridad, le ha dado la posibilidad a México de asistir a 17 de los 22 Mundiales que se disputaron hasta el momento. En 2026, con su tercer Copa del Mundo en casa, se convertiría en el quinto país con más participaciones en esta justa.

La racha de México.
La racha de México.Flashscore

Y aunque el amplio dominio en la zona le hizo ganarse el mote de ‘Gigante de la Concacaf’, el Tri nunca ha podido aprovechar ese impulso a la hora de adentrarse en Copas del Mundo. Participante en los orígenes de la máxima justa del fútbol profesional en 1930, México obtuvo su primera victoria hasta Chile 1962, tras siete Mundiales y 13 partidos. Además, su registro total en 60 partidos es negativo: 17 victorias, 15 empates y 28 derrotas. Mismo tono en cuanto a anotaciones: 62 goles a favor y 101 en contra. Y pese a tener cuatro jugadores en su historia con cinco Copas del Mundo disputadas -Rafael Márquez, Andrés Guardado, Guillermo Ochoa y Antonio Carbajal-, el mejor resultado que ha alcanzado fue en casa (1970 y 1986) al llegar a cuartos de final, mientras que ocho veces se ha quedado en fase de grupos. 

El 'Gigante' ha muerto

Para colmo, el camino clasificatorio y su dominio en la zona han ido menguando con el correr de los años. Aunado al interés que de pronto adquirieron Estados Unidos y Canadá por un deporte que no es, ni de cerca, uno de los más populares de sus países, los centroamericanos han ido profesionalizando sus procesos e instalando una manera propia de competirle a México.

Mientras que la liga doméstica se fue fortaleciendo con grandes capitales que atraen a talento extranjero, los futbolistas mexicanos siguen teniendo carencias en el proceso formativo de sus divisiones inferiores. Una cuestión que se nota cada vez más a la hora de competir en conjunto como seleccionado. 

Desde principios de siglo, México ha tenido episodios alarmantes en las travesías a distintas Copas del Mundo. El más emblemático, sin duda, ocurrió en la eliminatoria para Brasil 2014, cuando el Tri llegó a estar fuera de la justa en la última jornada de un hexagonal de pesadilla que algunos creían -creyeron mal- que iba a provocar cambios significativos en la estructura del fútbol nacional. 

La noche del 15 de octubre de 2013, un país futbolero acostumbrado a jugar mundiales se paralizó mientras 11 vestidos de verde lucían inexpresivos y superados por la situación que estaban viviendo. A la par del éxtasis de un repleto Estadio Nacional de San José, donde miles de costarricenses celebraban más el hecho de dejar fuera del Mundial a México que la propia clasificación de su selección, el negocio de los directivos mexicanos se tambaleaba entre el estupor de millones de mexicanos que vivían una pesadilla mientras veían el partido por la televisión. Fue un gol de otro partido simultáneo, el del estadounidense Graham Zusi contra Panamá, lo que salvó a México de un ridículo descomunal y puso al Tri en una repesca que superaría sin inconvenientes contra Nueva Zelanda. 

Desde entonces, entre mejores y peores épocas, México ya no deambula tranquilo como visitante en la Concacaf. Además, para desgracia del aficionado ferviente que se creció, vivió y se ilusionó con la mejor época de la selección mexicana (entre 1994 y 2018) al punto de creer que se estaba a las puertas de la élite, ni esa realidad que se ha ido volviendo cada vez más abrumadora ha servido para que se generen cambios sustantivos al interior de una estructura que genera millones de dólares al año. 

Sí, el ambiente hostil se sigue sintiendo en las gradas, pero los salvadoreños, hondureños o costarricenses van al estadio sabiendo que, contra México y en casa, se puede ganar.

Noche triste y ensangrentada en Honduras

Durante los últimos días, una tormenta tropical se estacionó en Honduras con sus altas montañas que ascendieron al fenómeno a la estratósfera sólo para generar más lluvia. Mientras algunas zonas rurales del país sufrían inundaciones y desapariciones de seres queridos debido a las fuertes corrientes del agua, en San Pedro Sula la gente se entregó al fervor por su H y al odio hacia México para atiborrar el Estadio Francisco Morazán por los cuartos de la Liga de Naciones de la Concacaf.

Y, junto a los constantes abucheos y cerveza que caía desde las gradas, también estuvo de manifiesto un planteamiento conservador, aunque no sorpresivo, de Javier Aguirre, quien antes del partido llegó a mencionar que se trataba de una eliminatoria de 180 minutos. Un mensaje claro y típico del Vasco, que salió a especular con un empate frente a una H que, conforme fue avanzando el partido, se dio cuenta que podía ganar el encuentro, como finalmente lo hizo. 

El 2-0 en Honduras fue un batacazo más para una noble afición que, de a poco, se va acostumbrando a entender que los esporádicos episodios de júbilo que la selección mexicana ha tenido en el pasado forman parte de un anecdotario glorioso que está muy lejos de la realidad del fútbol mexicano.

Los últimos resultados de la selección mexicana.
Los últimos resultados de la selección mexicana.Flashscore

Porque, aunque no se le puede pedir a Javier Aguirre que deje de ser el técnico pragmático que prioriza siempre cuidar el 0 en el arco propio, también va siendo hora de aceptar que el Vasco tiene razón: no hay mucho de donde escoger. En medio de la decisión de los futbolistas mexicanos que han preferido acumular dinero en la liga doméstica donde no existe un espíritu competitivo en lugar de aspirar a picar piedra en Europa, el técnico tiene ante sí una de las peores generaciones de jugadores nacionales en las últimas dos décadas.

Una realidad desalentadora a menos de dos años de que México reciba parte del Mundial 2026 en casa y que, en cada partido que pasa, termina ahondando un poco más en la crisis existencial que la selección padece, con un sentido de pertenencias difuminado para con su gente.

“Vamos a intentar que nuestra gente se sienta representada por este equipo”, dijo Aguirre en la previa del partido. Una misión que fracasó desde el primer minuto. Para colmo, mientras los futbolistas del Tri salían derrotados y cabizbajos del estadio y las redes sociales se encendían, el técnico mexicano salió ensangrentado de la cabeza debido al impacto de un objeto arrojado desde la tribuna. Una radiografía perfecta de otra noche para el olvido. Una más de lo que va siendo una normalidad en la realidad creada por unos directivos que hace mucho tiempo se decantaron por darle la espalda a la pelota para atiborrarse aún más sus bolsillos.