El Bolonia arrolla al Inter en San Siro y vuela a cuartos de la Copa de Italia (1-2)
El Bolonia va en serio este año y lo demostró el miércoles por la noche en San Siro, firmando una nueva hazaña al vencer al Inter por 1-2 en la prórroga y con remontada incluida. Una victoria que supuso la eliminación de los nerazzurri de la segunda competición nacional y la clasificación para cuartos de final del equipo de Thiago Motta.
Otro éxito importante, tras el 2-0 sobre la Roma de hace unos días, que consolidó la cuarta plaza del campeonato para los felsinei.
Amplia rotación para ambos equipos, que llegaron al partido rearmados por sus entrenadores. Contra los Rossoblu, que prescindieron de Zirkzee, Simone Inzaghi prefirió alinear a Arnautovic en la pareja de ataque con Lautaro, esperando un gol decisivo del primero.
La defensa del Bolonia, sin embargo, flaqueó pero no cedió, también gracias a un heroico Raviglia.
Los nerazzurri arrancaron con fuerza desde el principio, en una primera parte intensa en la que llovieron las ocasiones para ambos bandos. Las principales ocasiones de los locales, sin embargo, llegaron en el primer cuarto de hora, gracias a un Arnautovic imparable, pero sobre todo a las inserciones letales de Klaassen, Asllani y Frattesi.
La ocasión más importante para el 1-0 la tuvo el centrocampista italiano, que se encontró con los guantes de Ravaglia para negarle la alegría del gol.
Para el Bolonia, en cambio, una gran ocasión fue un remate con clase de Fabbian que, servido en el minuto 13 por Lykogiannis, dirigió un taconazo de volea hacia la cruceta de los postes, perdiéndose el gol por escasos centímetros.
En la segunda parte, el pressing de los hombres de Inzaghi se hizo cada vez más insistente, al igual que su dominio del balón de juego. El equipo de Thiago Motta, sin embargo, supo esperar, defender y, en el momento oportuno, intentar el contraataque.
Una vez más, sin embargo, fue el carrilero rojiazul quien salvó el resultado para su equipo. En el minuto 63, de hecho, el director del partido, La Penna, recurrió al VAR para evaluar un toque con la mano de Corazza, y pitó penalti a favor del Inter.
Sin embargo, Lautaro Martínez falló al quedarse hipnotizado por los guantes del contrario y lanzó un disparo débil y bastante centrado, que fue atajado con facilidad. El error fue el séptimo de los 20 penaltis lanzados por el argentino que, definitivamente, no es un especialista desde los once metros.
Tras el penalti fallado, Simone Inzaghi corrió a cubrirse, insertando a sus jugadores estrella en el once: entraron Dimarco, Barella y Thuram, y salieron Bastoni, Klaassen y Arnautovic.
Una elección que, poco después, también siguió Thiago Motta, que dio espacio a Ndoye y Zirkzee, hasta entonces en el banquillo.
Ninguno de los suplentes, sin embargo, fue capaz de hacerse incisivo en el partido, que se alargó hasta la prórroga.
Tiempo extra glorioso
El muro levantado por Ravaglia se derrumbó en el minuto 92, cuando Carlos Augusto pudo encontrar el balón que supuso el 1-0, con un cabezazo letal que fue inatrapable incluso por el portero en estado de gracia.
Lo que preocupó al Inter, poco después de la alegría del gol, fue la mueca de dolor de Lautaro, que tuvo que abandonar el campo dolorido tras sentir un problema en el muslo.
No fue hasta el último cuarto de hora de partido, cuando las aceleraciones de Zirkzee empezaron a poner en apuros a la defensa nerazzurra, que hasta entonces había administrado el partido casi sin riesgos.
En el minuto 111, una jugada mágica del holandés bastó para devolver las tablas al marcador. A la salida de un saque de esquina, el joven talento ofensivo sacó un balón con el tacón, lloviendo sobre Beukema que, a dos pasos de la portería, no falló en el remate.
El Inter intentó reaccionar, pero los hombres de Motta estaban ahora en racha y, al cabo de unos minutos, también encontraron el doblete definitivo.
Esta vez fue Ndoye quien escribió su nombre en el marcador, pero una vez más, la asistencia de Zirkzee fue decisiva para lanzar a su compañero hacia la portería.
Poco antes del triple pitido, el suizo también tuvo la ocasión del 1-3, pero, a escasos metros de la portería, prefirió administrar el balón hasta el final del partido.
Los Rossoblu lograron así una hazaña extraordinaria, iluminada por el talento de Zirkzee.