Todo el mundo quedó paralizado cuando Mbappé (25) se mojó ayer, durante la conferencia de prensa previa al Austria-Francia, acerca de la tensión política que reina en el país galo. Sobre todo, porque desde su federación habían pedido neutralidad a los jugadores.
"Estoy contra de los extremos, dividen. Hay jóvenes que se abstienen, pero su voz sí cambia las cosas. Quiero estar orgulloso de defender a un país que representa mis valores. Esto es más importante que el partido de mañana porque la situación del país es diferente. Creo en los valores de la diversidad, la tolerancia y el respeto", dijo el '10', sin pelos en la lengua.
Esas declaraciones son la guinda de un movimiento iniciado días atrás por hombres como Marcus Thuram o Dembélé, que se negaron a seguir los requerimientos de Diallo, presidente de la FFF, solicitando ayuda a los internacionales de la tricolor, mediante un comunicado, en una "misión" de civismo.
Y es que, Kylian no quiere ser el típico futbolista multimillonario que se evade de los problemas de la gente de a pie. Tiene la intención de ser un líder deportivo moderno, centrado en su trabajo, pero pendiente de ayudar en todo lo que pueda a dejar un mundo mejor que el que se ha encontrado.
Su opinión acerca de poner freno al auge de los extremos políticos en Europa, no es la primera que da acerca de temas que piensa que afectan negativamente a la vida de las personas. De hecho, hace mucho tiempo que controla exhaustivamente sus compromisos publicitarios para evitar ser la imagen de marcas con cuya idiosincrasia no está de acuerdo.
Se ha subido al barco de estrellas del deporte estadounidense como LeBron James, Colin Kaepernick, Stephen Curry o Kyrie Irving, presentes desde hace mucho tiempo en la vida política de su país y muy volcados con los diferentes enfoques del activismo social.
Hablar en el campo
Esa corriente de actuación por parte de los referentes en ámbitos como el fútbol está calando mucho más lento en el Viejo Continente. Ello ha provocado que Mbappé reciba críticas de figuras más conservadoras, como Unai Simón, portero de la selección española, que defiende la idea clásica de que los deportistas deben hablar sólo acerca la tarea a la que se dedican.
Seguramente, el debate generado complazca al delantero francés, pero ahora tiene que respaldar su versión más reivindicativa fuera del verde con buenas actuaciones sobre el terreno de juego. Si no, dirán que se ha distraído con cosas que no le incumbían y ha dejado de lado su profesión.
Visto lo visto, la presión no le afectará. Tendremos la oportunidad de confirmarlo a partir de esta noche, cuando debutará en su segunda Eurocopa, el torneo internacional que más se le ha atragantado. Hasta el momento ha disputado cuatro partidos en la competición y no ha marcado. Además, en 2021 cayó eliminado, con drama, en los octavos de final, ante Suiza. Una caída de la que buscará resarcirse.
Hablar en el campo ayudará a Kyky a ganarse adeptos para su causa fuera de él. Deberá imbuir su juego de la firmeza con la que defiende sus ideas y ser el líder que Francia necesita. Un buen desempeño le consagrará como el líder de una generación que está deseando abrir las puertas a la modernidad dentro del fútbol y olvidarse de permanecer en silencio.