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Cuando marcharse del Real Madrid y el Barcelona parece el fin del mundo

César Suárez
Ansu Fati sigue en la lista de transferibles aunque él se niega a marcharse
Ansu Fati sigue en la lista de transferibles aunque él se niega a marcharseAFP
Formar parte del Real Madrid y del Barcelona es un privilegio que no un gran porcentaje de jugadores profesionales pueden tener. Te da fama, dinero y, lo más importante para un deportista, capacidad para ganar títulos. Por eso debe ser tan díficil marcharse. Este verano se vuelve a repetir este fenómeno.

Es un quebradero de cabeza para los responsables deportivos. Y, a veces, también para los de las finanzas. Lo de tener jugadores con los que, por un motivo u otro, no se cuenta de cara a la nueva temporada, pero hay un contrato por medio que no se puede romper tan fácilmente. 

En el caso del actual campeón, el Barcelona, así está ocurriendo. Aún siguen en plantilla descartes a los que Xavi y/o el club ya les han dicho que lo mejor sería buscar una salida. Para el club, porque así se ahorraría fichas insostenibles. Para el jugador, porque encontraría otro destino donde poder demostrar sus cualidades. 

Lenglet, Dest, Eric García, Ferran Torres, Kessié e incluso Ansu Fati son algunos de esos ejemplos que se resisten a salir de Can Barça. El club necesita dinero. Un mínimo de 60 millones. Y si quiere reforzarse con más futbolistas, muchos más. 

De momento, ninguno da su brazo a torcer y ahí siguen, viajando a Estados Unidos porque dejarlos fuera sin su consentimiento podría tener otras consideraciones. 

Lunin y Odriozola

En el Real Madrid sucede algo similar. Ofertas a los Lunin y Odriozola no les faltan. Pero o no ganarían lo que en el conjunto blanco o bajarían uno o dos peldaños en sus aspiraciones de engordar sus vitrinas. Claro que hacerlo sin jugar... 

El caso de Vallejo, como anteriormente el de Mariano Díaz, que se negaron a irse aunque no contasen ni para partidos entre casados y solteros, es un ejemplo de lo ocurrido otros veranos. El primero, aún con contrato, por fin aceptó que lo mejor era una salida, pero siempre que no fuese definitiva. 

El año que viene, con otros nombres, o con los mismos, el fenómeno de querer seguir a toda costa en el Real Madrid o en el Barcelona volverá a repetirse a ciencia cierta.