Pedro Rocha empieza a actuar como presidente interino, puesto que disfrutará durante un mínimo de tres meses, plazo que dio la FIFA hace menos de una semana. Entretanto, los miembros del Tribunal Administrativo del Deporte siguen discutiendo su decisión. El final de agosto está siendo especialmente convulso para un organismo cuya imagen se ha visto perjudicada y que, ahora, quiere desviar el foco mediático hacia el que sin duda es el gran objetivo a largo plazo.

El extremeño ha estado presente en una reunión que se ha llevado en Mónaco, donde se ha visto con Fernando Gomes, presidente de la Federación Portuguesa de Fútbol. Ambos han llegado a la conclusión de que acoger el mayor evento de selecciones está "por encima de personas o circunstancias puntuales". Rocha es el principal interesado en que no se hable más de la salida de Rubiales por el beso a Jenni, pero los daños colaterales pueden tener cierto impacto en territorio luso.

Aunque ha sido este jueves cuando se han podido dar la mano en persona, estos últimos días han tenido diferentes conversaciones telefónicas para seguir perfilando un deseo que es compartido -junto a la nación del norte de África-, y no es otro que ser anfitriones en el Mundial de 2030. Hay que retroceder hasta 1982, hace más de cuatro décadas, para encontrar el único precedente en el cual España ha estado en esa tesitura.

"La comisión de seguimiento de la candidatura, conformada por representantes de los dos países, continúa preparando el dossier que presentará a FIFA en el primer trimestre del próximo año", informa la RFEF en un comunicado. Aunque todavía resta más de un lustro para esa edición (la siguiente será en Estados Unidos, México y Canadá), será en 2024 cuando se conozca si la institución que lidera Giannis Infantino da su 'sí, quiero' u opta por otra alternativa.