La Costa Blanca, donde Van der Poel y compañía dan forma a la pretemporada
Estamos en el puerto del Coll de Rates, convertido en la Meca del pelotón, donde los equipos profesionales acuden para sus concentraciones invernales.
Aquí fue donde el joven Jonas Vingegaard impresionó a sus jefes en 2018 al pulverizar el récord de la subida (6,5 km a un 5%), mucho antes de ganar el Tour de Francia.
También aquí y en el vecino puerto de la Vall d'Ebo, los corredores hacen sus pruebas de pretemporada subiendo a galope tendido.
A lo largo de la ascensión, los entrenadores se posicionan con el crono en la mano, dispuestos a recoger los datos de los contadores que llevan los ciclistas.
"Para evaluar el umbral de nuestros corredores, necesitamos 15/20 minutos y estos dos altos permiten esta duración del esfuerzo con rampas regulares, no muy lejos de los hoteles. Así que todo el mundo viene a probarse aquí", explica Samuel Bellenoue, director de rendimiento de Cofidis.
De hecho, el gentío es impresionante y, tras alejarse de las playas del Mediterráneo y los campos de naranjos, uno descubre una concentración de ciclistas profesionales por km2 sin duda única en el mundo fuera de competición.
Un lugar muy consolidado
"Esto se convierte pronto en una locura. Si llegas a Rates a las diez de la mañana, tienes que mirar a izquierda y derecha antes de meterte. Tienes bicicletas cada diez metros. Hay una decena de equipos profesionales y también todos los aficionados", explica Romain Bardet, que conoce bien las carreteras de la Costa Blanca tras efectuar allí una veintena de concentraciones.
Hace años que este lugar de España, entre Valencia y Alicante, se ha convertido en el epicentro invernal del ciclismo profesional.
Hace buen tiempo -20 grados ahora-. El terreno es variado con carreteras planas para trabajar el sprint y la contrarreloj, y también hay altos.
"Son condiciones ideales. En diez años, casi no he visto la lluvia", dice el experimentado escalador alemán Simon Geschke quien, a lo largo de los años, ha visto ampliarse el número de equipos ciclistas hasta el punto que ahora lo siente "por los automovilistas locales".
Los hoteleros, en cambio, se frotan las manos. "Se ponen muy contentos cuando llegamos", confirma Samuel Bellenoue.
"En diciembre vinimos con los tres equipos, masculino, femenino y paradeportivo, además de todo el cuadro técnico, es decir, un centenar de personas en total. Esto es muy turístico en verano, pero en invierno es la temporada baja y están encantados de abrir para nosotros", añade.
Habitaciones hiperbáricas
La economía también cuenta para elegir este lugar cuando una concentración de este tipo cuesta hasta 100.000 euros (107.000 dólares).
"La vida en España es más barata que en otros lugares de Europa a igualdad de condiciones", subraya Belloune. Y "el sector está especializado en la acogida a ciclistas. Venimos con camiones y se necesitan grandes salas o garajes para que los mecánicos puedan trabajar", añade el exentrenador de Guillaume Martin.
En el pueblo de Pedreguer, el antiguo ciclista ruso Alexandr Kolobnev incluso ha abierto en 2021 un hotel, que incluye habitaciones hiperbáricas, que simulan los efectos de la altitud.
El neerlandés Mathieu van der Poel duerme ahí con su equipo Alpecin y su lugarteniente Gianni Vermeersch.
"Es bastante increíble. Duermes a 3.000 m cuando estás a la orilla del mar. En invierno, no puedes ir tan alto por el frío y la nieve. Y es mejor que una tienda de campaña", subraya el corredor belga.
Para van der Poel, no hay ninguna duda: los ciclistas seguirán mucho tiempo visitando los altos de Rates y de la Vall d'Ebo.