La Real derrota 2-0 al Elche a base de la conexión Silva-Kubo en San Sebastián
Cuando la juventud y la experiencia se juntan, la Real Sociedad encuentra soluciones. Si la pelota pasa de los pies de David Silva (37) hacia los de Kubo (21) es un excelente síntoma. La Real es de los pocos equipos de LaLiga que completa las dos exigencias que suelen hacer los aficionados: ganar y jugar bien.
Este domingo, ante un Elche diezmado, los txuri-urdin expusieron en la Reale Arena un estilo vertiginoso, lleno de acciones y con un despliegue físico importante del mediocampo.
El partido se jugó a lo que propuso la Real Sociedad. El cuadro txuri-urdin tomó la pelota y, orquestado por el eterno David Silva, empezó a ocasionar peligro en el arco de Edgar Badía desde la banda derecha: Kubo tuvo en sus botas el primero en el minuto 4 pero envió el balón por encima del larguero. El nipón falló, acto seguido, otra acción de riesgo que creó Silva sobre el minuto 9.
Sorloth, quizás, tuvo la más clara del primer tiempo. El delantero, que suma nueve dianas en lo que va de la temporada, falló, de cara al gol, un remate que se fue desviado en el minuto 26.
Con un injusto 0-0, los equipos se fueron al descanso. La Real atacó mucho. El Elche se dedicó a esperar e intentó con un disparo de media distancia inquitar a Remiro.
Silva, el mago de la Real Sociedad
La Real Sociedad no sintió la ausencia de Mikel Merino -ausente por suspensión-. El once de Imanol Alguacil se ha caracterizado a lo largo de la temporada por su adaptabilidad. Ante el Elche creó opciones, fue vertiginoso e hizo temblar a Badía. Sin embargo, careció de un elemento importante en la táctica: el juego directo por las bandas.
Los blanquiazules aparecieron poco ante un Elche que, sin nada qué perder, se dedicó a aplicar una fórmula engañosa: resguardarse juntitos y esperar un fallo del contrario.
En la vida existe una máxima: el que persiste, alcanza. En el fútbol aparece un refrán: el que no los hace, los ve hacer.
Por fortuna, el destino ha decidido aplicar la primera sentencia: en el amanecer de la segunda parte, después de tanto fallar, la Real se encontró con el gol. David Silva, excelso, como siempre, condujo una pelota. El antiguo citizen, casi desde el suelo, le envió el balón a Kubo. El japonés le ganó en velocidad a Palacios y lanzó un remate cruzado que dejó sin capacidad de reacción a Badia.
El juez revisó la acción -un brazo de Kubo comprometía a la acción- y, tras unos minutos, dio por bueno el gol.
El Elche, en lugar de reaccionar, sintió las consecuencias del gol. El equipo verdiblanco no lograba manejar la pelota. La Real siguió tocando de lado a lado el esférico. El plan de Imanol Alguacil era claro: evitar a toda costa acciones de riesgo. La estrategia funcionó a la perfección. El contrario generó poco -un par de acciones desde fuera del área- y se vio diezmado por un conjunto estructurado.
En el último suspiro, cuando el Elche se decidió por buscar el empate, se llevó un varapalo: Barrenetxea robó un balón en salida. Dribló a un defensor central y, casi solo, remató al arco de Badia. El balón entró a la red y desató la locura en el Reale Arena.
El partido terminó con un solvente triunfo para la Real. Los goles de Kubo y de Barrenetxea fueron más que suficientes para decantar el marcador. El Elche tampoco mostró gran oposición: sin nada que perder, se decidió por no arriesgarlo todo para ganar.
Figura del partido: David Silva