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Naomi Osaka, el cometa atrapado por una fama exagerada y la presión psicológica

François Miguel Boudet
Naomi Osaka
Naomi OsakaProfimedia
Naomi Osaka lo tenía todo: talento, personalidad y una doble cultura estadounidense-japonesa que abre muchas puertas en términos de marketing. Tras 4 victorias de Grand Slam, los problemas se amontonaron sobre la mujer que se anunciaba como la nueva Serena Williams. Víctima de la fatiga mental, se tomó un descanso del circuito... pero las exigencias sobre ella nunca cesaron.

¿Es envidiable el estatus de estrella? Naomi Osaka debe de habérselo preguntado muchas veces. Aunque estaba destinada a convertirse en una de las referencias del circuito durante una buena decena de años, la jugadora se hundió poco a poco en el desgaste psicológico. Su caso es un testimonio de la falta de preparación frente al exceso mediático, incluso por parte de quienes la rodean, así como de la tardanza de los organismos rectores cuando se trata de fatiga mental.

Todo demasiado rápido

En el Abierto de Francia de 2022, Osaka prescindió de la rueda de prensa obligatoria. Tótem generalizado. El argumento esgrimido por la jugadora fue que no se encontraba bien mentalmente. No es muy convincente por una sencilla razón: desde 2020, un equipo de Netflix la sigue a diario a ella y a su familia para la realización de un documental. Cómo se puede esgrimir semejante argumento cuando se acepta algo mucho más intrusivo? Quizá debería haberse visto como una llamada de atención.

Ya en Wimbledon, en 2019, declaró en rueda de prensa: "Siento que voy a llorar". Esta declaración se achacó a una temprana eliminación en 1ª ronda, a pesar de que a principios de año se había hecho con el número uno del mundo en Melbourne. Una cosa es cierta: la presión era tan grande en Porte d'Auteuil que se retiró antes de la 2ª ronda. Unas semanas más tarde, encendió el pebetero olímpico en Tokio, señal de la imagen que representaba en su país natal y a escala internacional. Una nueva forma de exponerse, y por tanto también de recibir los abucheos de los haters.

A sus 23 años, Osaka ya tiene poco que demostrar con la raqueta en la mano. Pero cuando se tiene éxito y se es un icono, uno ya no es realmente dueño de sí mismo, y la lista de obligaciones se alarga. " Siento que, en cierto modo, no se nos debería permitir tener sentimientos", explica. Simplemente, voy, toco y vuelvo. Sigo pensando que mi forma de hacer las cosas es querer hacer la vida un poco más fácil a la gente que me sigue". Es un programa enorme, y sin duda excesivo para alguien de su edad.

La vida de Naomi Osaka parece bastante compleja. Nacida en... Osaka en 1997, siguió a sus padres que, por razones familiares, dejaron Japón por Estados Unidos. Su padre, Leonard François (al igual que su hermana mayor, Mari, adoptó el nombre de su madre por comodidad), soñaba con un destino como el de Agassi o las Williams. Empuja a su vástago a rendir en el tenis. Naomi golpea fuerte, saca de acero: será la campeona de la familia.

A los 19 años, opta por la nacionalidad japonesa, a pesar de no dominar su lengua materna, ya que su país de nacimiento la obliga a elegir a los 22 años. Esta elección no es baladí: le abre puertas a nivel de marketing. A pesar de las lesiones, Kei Nishikori sigue siendo uno de los jugadores mejor pagados del mundo gracias a sus contratos publicitarios.

¿Tenis por pasión o por medios?

Está claro que Osaka lo tiene todo a su favor: sus habilidades tenísticas, su mestizaje y su personalidad. Con 20 años, ganó el US Open en 2018 y siguió en 2019 ganando el Open de Australia y convirtiéndose en la número 1 del mundo. La WTA buscaba una cara nueva y encontró a la heredera de Serena Williams, que fue derrotada en la final de Melbourne por la nueva estrella. El premio gordo, en definitiva. Porque además de ganar Majors, Osaka es reconocible para el gran público y, por tanto, para los anunciantes, entre otras cosas por su implicación en el movimiento Black Lives Matter durante el US Open 2020. Ha sido criticada por su posicionamiento porque renunció a su pasaporte estadounidense. "Llevaba tiempo viendo a los atletas luchar", analizó. Y recuerdo muy bien que cada vez que alguien decía algo sobre el mundo o la política, le decían: 'Tú sólo eres un deportista, bla, bla, bla'". En 2020-2021, repetirá el doblete US Open-Australian Open. Nadie lo sabe aún, pero no volverá a ganar otro torneo, ya que en marzo de 2022 perderá la final de Miami ante Iga Swiatek.

"Es una pregunta sencilla, pero quizá no tanto: ¿le gusta el tenis?", le preguntó una vez un periodista de la CBS. "¿A mí? Quiero decir que me encanta el tenis. Creo que tuve que dar un paso atrás sólo para volver a mentalizarme".

Clasificada en el puesto 42 del mundo a finales de 2022, anunció su retirada del circuito en 2023 para ser madre. Pero nada más dar a luz a su hijo, Osaka ya recibía mensajes en las redes sociales comparándola con Caroline Wozniacki, que se clasificó para los 1/8 de final del US Open nada más volver a la competición tras el nacimiento de sus dos hijos. Un episodio más de la incapacidad de la japonesa para ser jugadora y persona como los demás.